"El Celular"
Mi padre murió cuando yo tenía 7 años.
Era soldado, así que fue a una batalla y nunca regresó.
Mi madre guardaba su teléfono celular, y lo tenía siempre encendido, pues en ese teléfono él tenía muchas fotos de nosotros y mensajes que se habían enviado el uno al otro, así que ella siempre las miraba y, a veces, lloraba.
Entonces, sin darse cuenta, ella empezó un ritual. Escribía y enviaba mensajes de voz al número de mi padre, mensajes en los que contaba lo que nos pasaba.
Incluso a mí me hacía grabar audios para él.
Recuerdo que ella decía que él no había muerto por completo, pues decía que había veces cuando le contestaba.
Recuerdo que llegué a creer que ella había enloquecido.
Hasta le agarré algo aversión a eso de parar con el celular e mano.
Solo hago y recibo llamadas, y a veces ni lo llevo conmigo.
Los años pasaron, y, hace dos meses, mamá murió mientras yo estudiaba en la universidad en la capital.
Siendo sincero, yo no quería volver a esa casa, escribirle y hablarle a una persona que sabes que está muerta, no era sano.
Pero bueno, debí volver.
Mi tía me llamó y me dijo que debo ir y poner todo en orden, para decidir si venderla o quedarme con ella. Cómo si yo pensara en la segunda alternativa.
El día que llegué, me dio pena ver la casa, recordé a mi madre y a mi padre.
Vi sus habitaciones y me vinieron recuerdos. Uno, por más adulto que sea, siempre recuerda cosas de niño.
Entonces mi celular empezó a vibrar.
No le hice caso y seguí reviendo mi antigua casa.
Mientras veía las habitaciones y mis cosas, el móvil seguía vibrando.
Gracioso, nunca recibo tantas llamadas.
Al verlo, ¡Mierda! 27 llamadas perdidas del teléfono de mi padre.
Es decir del telefono que mi madre tenía.
Era increíble, así que decidí llamar a mi tía, seguro ella tenía ese teléfono en su posesión.
Al llamarle ella me dijo que no sabía de que hablaba.
Entonces decidí buscar ese teléfono en la habitación de mi madre.
Mientras buscaba, mi teléfono vibró.
Está vez parecía ser un mensaje.
Al revisarlo ví un mensaje que decía "Bienvenido" Seguí buscando el teléfono ese y entonces lo encontré.
Estaba apagado.
Al intentar encenderlo, me pareció ver unas sombras detrás de mí. Y un susurro que parecía decir "¿Te duele?" El celular no encendía, la batería estaba muerta.
Mientras pensaba como encenderlo, ví las sombras moverse y sentí que algo tocaba mi rostro.
No pude más y salí corriendo de ahí.
Subí a mi auto y arranqué.
Durante el camino veía a esas sombras por todos lados, entonces me detuve en una gasolinería.
Cuando estaba ahí, sentí vibrar mi celular.
Era una mensaje que decía "Que bueno que hayas venido a casa. A tu padre y a mí nos gustó verte. Estás grande." No sabía que hacer.
Así que decidí escribir "¿Dónde están?" Al cabo de unos minutos, me respondieron.
El mensaje decía "Dónde tú estás ahora" miré a todos lados y no ví a nadie, ni a las sombras esas.
Entonces, decidí creer que de veras eran mis padres y les escribí lo que sentía.
Qué les extrañaba y que había llegado odiar a mi madre por seguir con ese ritual de escribirle a mi padre.
Y al final les dije que si me querían que me dejaran vivir mi vida, que les extrañaba y pensaba en ellos, pero que su tiempo había pasado.
Entonces cogí mi teléfono y lo rompí.
Y decidí partir.
Tras un rato de conducir vi otra gasolinera, pero al verla bien noté que era la misma donde me detuve anteriormente, seguí conduciendo y volví a ver la misma gasolinera y así muchas veces.
Entonces me detuve y al querer bajar a preguntarle a alguien, el teléfono de mi padre se encendió.
Con miedo, decidí cogerlo y en ese instante llegó un mensaje.
Al verlo, era un mensaje mío.
Con miedo decidí verlo y era un archivo de video.
Al verlo ví que era la grabación de un accidente, como si mi celular habría estado grabando y entonces me ví con el cuello roto mirando a la cámara del móvil.
Entonces, al bajar del auto lo entendí, las sombras que veía eran almas que penaban, como lo estaba yo desde aquel accidente en camino a casa de mi madre.
En cuanto al primer mensaje, "No mamá, no me duele..."
"El Celular"
Mi padre murió cuando yo tenía 7 años.
Era soldado, así que fue a una batalla y nunca regresó.
Mi madre guardaba su teléfono celular, y lo tenía siempre encendido, pues en ese teléfono él tenía muchas fotos de nosotros y mensajes que se habían enviado el uno al otro, así que ella siempre las miraba y, a veces, lloraba.
Entonces, sin darse cuenta, ella empezó un ritual. Escribía y enviaba mensajes de voz al número de mi padre, mensajes en los que contaba lo que nos pasaba.
Incluso a mí me hacía grabar audios para él.
Recuerdo que ella decía que él no había muerto por completo, pues decía que había veces cuando le contestaba.
Recuerdo que llegué a creer que ella había enloquecido.
Hasta le agarré algo aversión a eso de parar con el celular e mano.
Solo hago y recibo llamadas, y a veces ni lo llevo conmigo.
Los años pasaron, y, hace dos meses, mamá murió mientras yo estudiaba en la universidad en la capital.
Siendo sincero, yo no quería volver a esa casa, escribirle y hablarle a una persona que sabes que está muerta, no era sano.
Pero bueno, debí volver.
Mi tía me llamó y me dijo que debo ir y poner todo en orden, para decidir si venderla o quedarme con ella. Cómo si yo pensara en la segunda alternativa.
El día que llegué, me dio pena ver la casa, recordé a mi madre y a mi padre.
Vi sus habitaciones y me vinieron recuerdos. Uno, por más adulto que sea, siempre recuerda cosas de niño.
Entonces mi celular empezó a vibrar.
No le hice caso y seguí reviendo mi antigua casa.
Mientras veía las habitaciones y mis cosas, el móvil seguía vibrando.
Gracioso, nunca recibo tantas llamadas.
Al verlo, ¡Mierda! 27 llamadas perdidas del teléfono de mi padre.
Es decir del telefono que mi madre tenía.
Era increíble, así que decidí llamar a mi tía, seguro ella tenía ese teléfono en su posesión.
Al llamarle ella me dijo que no sabía de que hablaba.
Entonces decidí buscar ese teléfono en la habitación de mi madre.
Mientras buscaba, mi teléfono vibró.
Está vez parecía ser un mensaje.
Al revisarlo ví un mensaje que decía "Bienvenido" Seguí buscando el teléfono ese y entonces lo encontré.
Estaba apagado.
Al intentar encenderlo, me pareció ver unas sombras detrás de mí. Y un susurro que parecía decir "¿Te duele?" El celular no encendía, la batería estaba muerta.
Mientras pensaba como encenderlo, ví las sombras moverse y sentí que algo tocaba mi rostro.
No pude más y salí corriendo de ahí.
Subí a mi auto y arranqué.
Durante el camino veía a esas sombras por todos lados, entonces me detuve en una gasolinería.
Cuando estaba ahí, sentí vibrar mi celular.
Era una mensaje que decía "Que bueno que hayas venido a casa. A tu padre y a mí nos gustó verte. Estás grande." No sabía que hacer.
Así que decidí escribir "¿Dónde están?" Al cabo de unos minutos, me respondieron.
El mensaje decía "Dónde tú estás ahora" miré a todos lados y no ví a nadie, ni a las sombras esas.
Entonces, decidí creer que de veras eran mis padres y les escribí lo que sentía.
Qué les extrañaba y que había llegado odiar a mi madre por seguir con ese ritual de escribirle a mi padre.
Y al final les dije que si me querían que me dejaran vivir mi vida, que les extrañaba y pensaba en ellos, pero que su tiempo había pasado.
Entonces cogí mi teléfono y lo rompí.
Y decidí partir.
Tras un rato de conducir vi otra gasolinera, pero al verla bien noté que era la misma donde me detuve anteriormente, seguí conduciendo y volví a ver la misma gasolinera y así muchas veces.
Entonces me detuve y al querer bajar a preguntarle a alguien, el teléfono de mi padre se encendió.
Con miedo, decidí cogerlo y en ese instante llegó un mensaje.
Al verlo, era un mensaje mío.
Con miedo decidí verlo y era un archivo de video.
Al verlo ví que era la grabación de un accidente, como si mi celular habría estado grabando y entonces me ví con el cuello roto mirando a la cámara del móvil.
Entonces, al bajar del auto lo entendí, las sombras que veía eran almas que penaban, como lo estaba yo desde aquel accidente en camino a casa de mi madre.
En cuanto al primer mensaje, "No mamá, no me duele..."