Es interesante la idea de que un campesino que habría vivido hace 5.000 años o algo por el estilo, con un par de hijos, usando herramientas de piedra, madera, bronce y cobre, haya podido talar un bosque descomunalmente grande, probablemente de unos 10 km2, haya podido cortar, mover y trabajar miles de toneladas de madera para hacer planchas, vigas, puntales, costillares, rampas, compartimientos, una quilla inmensa con formas curvas incluidas, para finalmente fabricar esto:

Para hacerse una idea de lo ridiculamente absurdo del cuento solo tienen que mirar la esquina inferior izquierda de la fotografía y apreciar el tamaño de un ser humano al lado de esa monstruosidad. Ken Ham, el especulador fabricante de ese esperpento, invirtió millones de dólares, varios años, con un equipo inmensamente grande de ingenieros, técnicos, obreros, personal administrativos, choferes, grueros, mensajeros, transportistas, y usando toda clase de máquinaria pesada, grúas, tractores, camiones, mezcladoras, maquinaria de pilotaje, herramientas eléctricas. Noé lo hizo el solito, con sus tres hijos, a mano limpia. Ken Ham es un farsante.

Además hay que calarse el cuento de un diluvio que cubrió la Tierra, tapando las montañas más altas. Si limitamos la altura media de las grandes montañas del mundo a 2.500 m, entonces la lluvia produjo una inundación de dos kilómetros y medio de profundidad, casi nada. No hay en todo el sistema solar agua suficiente para semejante disparate, con el agravante de que al terminar el diluvio ¿adonde fue toda esa agua?

Para ponerle la guinda a la torta hay que pensar que, para reunir siete ejemplares de todas y cada una de las especies animales del mundo, sería necesario disponer de un barquito de no menos de 10 kilómetros de largo por 2 kilómetros de ancho, llenarlo con los animales, su comida y su agua potable, evitando que se mataran unos con otros y teniendo los medios para sacar del barquito, todos los días, las toneladas de detritus, heces fecales, orines y babas de esos millones de animalitos que iban de pasajeros.

En fin, el cuento es tan absurdo, que solo una persona con el coeficiente intelectual de una garrapata, podría siquiera suponer que es posible.

(La foto no es mía)

Se me ocurre agregar algo: Nadie ha pensado que las aguas sobre las que tuvo que navegar Noé, deben haber estado cubiertas por los cadáveres flotantes de los millones de seres humanos y animales que murieron ahogados. Un espectáculo realmente dantesco.