No sé cómo ser una mujer correcta cuando estoy con el hombre que me vuelve loca.
Si se trata de probarlo, jamás me será suficiente.

¿Cómo decirle no a tu dulce favorito?
Yo solo sé asociar su miembrø con cosas que me gustan mucho, y él lo sabe.
Sabe que más que un antojo, o gusto, es adicción.
Es saberlo mío, gozar cuando lo tengo en mi boca.
Con él me gusta pecar.
Con él, el pecado me sabe a cielo.
Entonces, una salida.

— ¿Me aceptas una cita? — Pregunté. Mientras sonreía, ambos teníamos claro que más que una cita, quería un encuentro para volver a llenarme de él.

Así fue que tome lo que es mío, al menos por ahora.
Siempre había querido hacerlo estallar de placer, saborear de lo que soy causante para sonreír mientras lo veía reponerse.

— Siempre es rico cómo me lo haces. — Menciono entre balbuceos.

— Me gusta disfrutar de ti. Es de mis actividades favoritas. — Respondí, recogiendo mi cabello para continuar. — lo escuché gozar con cada movimiento, cuando mi aliento rozaba sus piernas, cuando mis labios recorrían su abdomen.

— Te gusta? — Pregunté. — Asentó, mordiéndose los labios.
Ahí supe que era momento, la erecciøn era notoria.
Su cuerpo lo pedía.
Continúe sin parar.

Una mano, arriba, abajo.
En círculos, succión, mirarlo mientras lo hacía.
¡Era tanto lo que me excitaba si lo veía disfrutar!
Mi ropa se mojaba, y por mi mente solo pasaba lograr aquella rica escena que ya tanto me había imaginado.

— Espera, espera, voy a tomar una foto, algún vídeo,
Quiero tener algo que me recuerde que esto paso. — Tomo mi teléfono, y yo, me encargue de darle el mejor show que pudiese haber visto.
Sus gemidøs quedaron grabados para recordar lo rico que disfruta ser mío. Mi hazaña quedó guardada para que él recuerde que su cuerpo es tan adictivo como rico.
Termino en mi boca. ¡Logré mi cometido!
Qué rico es probar el sabor del hombre que amas.
No sé cómo ser una mujer correcta cuando estoy con el hombre que me vuelve loca. Si se trata de probarlo, jamás me será suficiente. ¿Cómo decirle no a tu dulce favorito? Yo solo sé asociar su miembrø con cosas que me gustan mucho, y él lo sabe. Sabe que más que un antojo, o gusto, es adicción. Es saberlo mío, gozar cuando lo tengo en mi boca. Con él me gusta pecar. Con él, el pecado me sabe a cielo. Entonces, una salida. — ¿Me aceptas una cita? — Pregunté. Mientras sonreía, ambos teníamos claro que más que una cita, quería un encuentro para volver a llenarme de él. Así fue que tome lo que es mío, al menos por ahora. Siempre había querido hacerlo estallar de placer, saborear de lo que soy causante para sonreír mientras lo veía reponerse. — Siempre es rico cómo me lo haces. — Menciono entre balbuceos. — Me gusta disfrutar de ti. Es de mis actividades favoritas. — Respondí, recogiendo mi cabello para continuar. — lo escuché gozar con cada movimiento, cuando mi aliento rozaba sus piernas, cuando mis labios recorrían su abdomen. — Te gusta? — Pregunté. — Asentó, mordiéndose los labios. Ahí supe que era momento, la erecciøn era notoria. Su cuerpo lo pedía. Continúe sin parar. Una mano, arriba, abajo. En círculos, succión, mirarlo mientras lo hacía. ¡Era tanto lo que me excitaba si lo veía disfrutar! Mi ropa se mojaba, y por mi mente solo pasaba lograr aquella rica escena que ya tanto me había imaginado. — Espera, espera, voy a tomar una foto, algún vídeo, Quiero tener algo que me recuerde que esto paso. — Tomo mi teléfono, y yo, me encargue de darle el mejor show que pudiese haber visto. Sus gemidøs quedaron grabados para recordar lo rico que disfruta ser mío. Mi hazaña quedó guardada para que él recuerde que su cuerpo es tan adictivo como rico. Termino en mi boca. ¡Logré mi cometido! Qué rico es probar el sabor del hombre que amas.
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