No me importa lo que tenga que hacer, lo conseguiré y lo sabes.
No, no voy a esperar a que tú des el primer paso.
Yo voy a escribirte.
Te invitaré por una cerveza, al cine, o comer, ¿Qué más da?
Aguarda, antes de blah, blah, blah y avanzar más...
No, no quiero que nos casemos, tampoco que me pidas ser tu novia, mucho menos que me presentes a tus papás.

Digamos que eres como mi mayor antojo, deseo que quieras verme pecar. Incitarte a ir a algún bar, y bailar, bailar, bailar hasta que sepas que no es solo eso lo que quiero.
Que sí, me puedo llevar muy bien con tus amigos, salir algún día inclusive mis amigas y los tuyos.
Pero no cometas esa tontería de presentarme como la chica que te gusta.
Porque de gustarte te pueden gustar muchas, y a decir verdad yo no tengo problema con eso.

Tú me gustas, pero no te quiero.
Ahí el detalle, y sí, sí es necesario aclarar esto.
Porque un día después de conseguir lo que quiero no voy a esperar tus mensajes de buenos días, o una invitación a desayunar.
Todo seguirá tan normal como siempre, a excepción de que el único interés que tenía por ti, ya habrá desaparecido.

Por favor no te sorprendas.
Puedes tacharme de lo quieras, incluso pensar lo que se te antoje.
Lo que opinen de mí, debes saber ya que me tiene sin cuidado, vida solo hay una.

¡Me gustas! Más que la primera vez que te vi.
Todavía más, que aquella vez que me diste un beso, para después pedir perdón por pena.
¿Cuál pena?
Segura estoy que no la sentiste, yo tampoco, no habría por qué.

No lo tomes a mal, apuesto que allá afuera hay un par de chicas que darían lo que fuera por estar contigo más allá de solo un encuentro casual.
Desafortunadamente esta loca, no es lo que requiere de ti.
Yo solo espero que aceptes mi invitación, a donde tú quieras, de igual manera el lugar a donde iremos a parar al final lo decidiré yo.

Y sí, ¡Soy necia, aferrada y terca!
Pero no confundas eso con rogar.
Porque si de ti sale en este momento una negativa, esta bien, lo he de aceptar, no pasa nada.
Tampoco creas que seré la típica niñita que se va a morir si no le hablas, o la que va a llorar si le dices que no.
Si de lo contrario aceptas todo esto, vamos a poner las cartas sobre la mesa:
Te quitas la camisa,
después la pena,
y el miedo también.
Sí, puede ser en el auto, en tu casa, ¡Da igual!
Terminamos con esto.
Tomalo como un pacto.
Tú me das lo que quiero, y yo, desaparezco.
No habrá mensajes todos los días, todo el día, ni tampoco querré verte para ir a comer o te llamaré diciendo que te echo de menos.
Es un truco de magia.
Lo intentamos en la cama, y después, ¡Boom!, ¡Desaparezco!

¿Algo más que agregar?
Yo solo le pondría muchas ganas, igual y así dan ganas de regresar.
No me importa lo que tenga que hacer, lo conseguiré y lo sabes. No, no voy a esperar a que tú des el primer paso. Yo voy a escribirte. Te invitaré por una cerveza, al cine, o comer, ¿Qué más da? Aguarda, antes de blah, blah, blah y avanzar más... No, no quiero que nos casemos, tampoco que me pidas ser tu novia, mucho menos que me presentes a tus papás. Digamos que eres como mi mayor antojo, deseo que quieras verme pecar. Incitarte a ir a algún bar, y bailar, bailar, bailar hasta que sepas que no es solo eso lo que quiero. Que sí, me puedo llevar muy bien con tus amigos, salir algún día inclusive mis amigas y los tuyos. Pero no cometas esa tontería de presentarme como la chica que te gusta. Porque de gustarte te pueden gustar muchas, y a decir verdad yo no tengo problema con eso. Tú me gustas, pero no te quiero. Ahí el detalle, y sí, sí es necesario aclarar esto. Porque un día después de conseguir lo que quiero no voy a esperar tus mensajes de buenos días, o una invitación a desayunar. Todo seguirá tan normal como siempre, a excepción de que el único interés que tenía por ti, ya habrá desaparecido. Por favor no te sorprendas. Puedes tacharme de lo quieras, incluso pensar lo que se te antoje. Lo que opinen de mí, debes saber ya que me tiene sin cuidado, vida solo hay una. ¡Me gustas! Más que la primera vez que te vi. Todavía más, que aquella vez que me diste un beso, para después pedir perdón por pena. ¿Cuál pena? Segura estoy que no la sentiste, yo tampoco, no habría por qué. No lo tomes a mal, apuesto que allá afuera hay un par de chicas que darían lo que fuera por estar contigo más allá de solo un encuentro casual. Desafortunadamente esta loca, no es lo que requiere de ti. Yo solo espero que aceptes mi invitación, a donde tú quieras, de igual manera el lugar a donde iremos a parar al final lo decidiré yo. Y sí, ¡Soy necia, aferrada y terca! Pero no confundas eso con rogar. Porque si de ti sale en este momento una negativa, esta bien, lo he de aceptar, no pasa nada. Tampoco creas que seré la típica niñita que se va a morir si no le hablas, o la que va a llorar si le dices que no. Si de lo contrario aceptas todo esto, vamos a poner las cartas sobre la mesa: Te quitas la camisa, después la pena, y el miedo también. Sí, puede ser en el auto, en tu casa, ¡Da igual! Terminamos con esto. Tomalo como un pacto. Tú me das lo que quiero, y yo, desaparezco. No habrá mensajes todos los días, todo el día, ni tampoco querré verte para ir a comer o te llamaré diciendo que te echo de menos. Es un truco de magia. Lo intentamos en la cama, y después, ¡Boom!, ¡Desaparezco! ¿Algo más que agregar? Yo solo le pondría muchas ganas, igual y así dan ganas de regresar.
8
1 Comments 0 Shares 3800 Views
Sponsored