"Los Ojos De Una Muerta"
Luciano era enterrador y llevaba muchos años, trabajando en panteones, así se ganaba la vida enterrando ataúdes y de algún modo casi a diario convivir con difuntos, una tarde recibió una llamada del forense, en donde se llevarían a cabo el entierro de una mujer, que en mucho tiempo estaba en un hospital psiquiátrico.
Al llegar la carroza al cementerio, sacaron el féretro de la occisa, Luciano pregunto curioso:
-¿Puedo saber de que murió?
-Murió por meter de contrabando cocaína, se excedió en la dosis, pobre mujer, ya estaba loca y con esto adelanto su muerte.
Al abrir el ataúd se impacto de ver sus ojos en blanco a pesar de que seguido convivía entre difuntos.
-¿Y porque no le cerraron los ojos?
-Qué más da hombre, ya esta mas fría que un hielo, solo te diré de ella que según hacia magia negra y esas tonterías, otra cosa dicen que abajo de su ataúd lleva centenarios, como no había herederos de su fortuna pues, pidió que la enterraran con ellos.
-¿Y bueno ustedes porque no los robaron? Total ya esta muerta.
-Ni loco, ese dinero esta maldito, su familia era de dinero, pero extrañamente cada miembro de su familia murió, hasta que esa maldición le llego a ella, si deseas oír un consejo, solo entiérrala y ya.
-¿Y como se llamaba ella?
-Milena, ese era su nombre, ojala pueda descansar en paz .
Al irse la carroza, se dio a la tarea de enterrar el féretro, pero como sus necesidades económicas eran muchas antes de enterrarla, decidió abrir el féretro, ya que el sabía como hacerlo y buscar debajo del cádaver de Milena, los centenarios de oro, después de mucho forcejear, logro dar con ellos estaban atados literalmente hablando, en su espalda.
Empezó a sustraerlos, sonreía para si con ambición, en eso Milena lo "Miro" Aunque su vista permanecía en blanco.
-Finalmente alguien estará conmigo en este féretro...
El féretro empezó a hundirse en la tierra, Luciano gritaba desesperado.
-¡¡¡Auxilio!!! ¡¡¡Sáquenme de aquí!!
Pero el lugar del entierro estaba muy lejos de la gente del panteón y aparte sabían que Luciano trabajaba solo.
Milena extendió sus manos y sus ojos de muerta buscando venganza jalo con él, hasta quedar enterrado el féretro, horas después paso un vigilante y al mirar que no había terminado bien Luciano de enterrarla dijo:
-Canijo Luciano, seguro bebió de más y se quedo dormido, bueno no es mi labor pero terminare de hacer su trabajo.
Entonces paleo la tierra más y más sobre el féretro, hasta dejarlo bien abajo, en tanto ahí bajo esa tierra, Milena se comió a Luciano, mostrando ella unos dientes filosos y una sonrisa diabólica con esa mirada de una muerta que en este relato de terror, le dio una lección a nuestro amigo o como dice el refrán popular, "La Curiosidad Mató Al Gato".
En los meses siguientes, muy de noche se oye palear la tierra y ver a el difunto Luciano, cuidar a la perversa alma en pena de Milena y claro que nadie pueda robarse sus centenarios de oro si es que alguien se atreve.
Luciano era enterrador y llevaba muchos años, trabajando en panteones, así se ganaba la vida enterrando ataúdes y de algún modo casi a diario convivir con difuntos, una tarde recibió una llamada del forense, en donde se llevarían a cabo el entierro de una mujer, que en mucho tiempo estaba en un hospital psiquiátrico.
Al llegar la carroza al cementerio, sacaron el féretro de la occisa, Luciano pregunto curioso:
-¿Puedo saber de que murió?
-Murió por meter de contrabando cocaína, se excedió en la dosis, pobre mujer, ya estaba loca y con esto adelanto su muerte.
Al abrir el ataúd se impacto de ver sus ojos en blanco a pesar de que seguido convivía entre difuntos.
-¿Y porque no le cerraron los ojos?
-Qué más da hombre, ya esta mas fría que un hielo, solo te diré de ella que según hacia magia negra y esas tonterías, otra cosa dicen que abajo de su ataúd lleva centenarios, como no había herederos de su fortuna pues, pidió que la enterraran con ellos.
-¿Y bueno ustedes porque no los robaron? Total ya esta muerta.
-Ni loco, ese dinero esta maldito, su familia era de dinero, pero extrañamente cada miembro de su familia murió, hasta que esa maldición le llego a ella, si deseas oír un consejo, solo entiérrala y ya.
-¿Y como se llamaba ella?
-Milena, ese era su nombre, ojala pueda descansar en paz .
Al irse la carroza, se dio a la tarea de enterrar el féretro, pero como sus necesidades económicas eran muchas antes de enterrarla, decidió abrir el féretro, ya que el sabía como hacerlo y buscar debajo del cádaver de Milena, los centenarios de oro, después de mucho forcejear, logro dar con ellos estaban atados literalmente hablando, en su espalda.
Empezó a sustraerlos, sonreía para si con ambición, en eso Milena lo "Miro" Aunque su vista permanecía en blanco.
-Finalmente alguien estará conmigo en este féretro...
El féretro empezó a hundirse en la tierra, Luciano gritaba desesperado.
-¡¡¡Auxilio!!! ¡¡¡Sáquenme de aquí!!
Pero el lugar del entierro estaba muy lejos de la gente del panteón y aparte sabían que Luciano trabajaba solo.
Milena extendió sus manos y sus ojos de muerta buscando venganza jalo con él, hasta quedar enterrado el féretro, horas después paso un vigilante y al mirar que no había terminado bien Luciano de enterrarla dijo:
-Canijo Luciano, seguro bebió de más y se quedo dormido, bueno no es mi labor pero terminare de hacer su trabajo.
Entonces paleo la tierra más y más sobre el féretro, hasta dejarlo bien abajo, en tanto ahí bajo esa tierra, Milena se comió a Luciano, mostrando ella unos dientes filosos y una sonrisa diabólica con esa mirada de una muerta que en este relato de terror, le dio una lección a nuestro amigo o como dice el refrán popular, "La Curiosidad Mató Al Gato".
En los meses siguientes, muy de noche se oye palear la tierra y ver a el difunto Luciano, cuidar a la perversa alma en pena de Milena y claro que nadie pueda robarse sus centenarios de oro si es que alguien se atreve.
"Los Ojos De Una Muerta"
Luciano era enterrador y llevaba muchos años, trabajando en panteones, así se ganaba la vida enterrando ataúdes y de algún modo casi a diario convivir con difuntos, una tarde recibió una llamada del forense, en donde se llevarían a cabo el entierro de una mujer, que en mucho tiempo estaba en un hospital psiquiátrico.
Al llegar la carroza al cementerio, sacaron el féretro de la occisa, Luciano pregunto curioso:
-¿Puedo saber de que murió?
-Murió por meter de contrabando cocaína, se excedió en la dosis, pobre mujer, ya estaba loca y con esto adelanto su muerte.
Al abrir el ataúd se impacto de ver sus ojos en blanco a pesar de que seguido convivía entre difuntos.
-¿Y porque no le cerraron los ojos?
-Qué más da hombre, ya esta mas fría que un hielo, solo te diré de ella que según hacia magia negra y esas tonterías, otra cosa dicen que abajo de su ataúd lleva centenarios, como no había herederos de su fortuna pues, pidió que la enterraran con ellos.
-¿Y bueno ustedes porque no los robaron? Total ya esta muerta.
-Ni loco, ese dinero esta maldito, su familia era de dinero, pero extrañamente cada miembro de su familia murió, hasta que esa maldición le llego a ella, si deseas oír un consejo, solo entiérrala y ya.
-¿Y como se llamaba ella?
-Milena, ese era su nombre, ojala pueda descansar en paz .
Al irse la carroza, se dio a la tarea de enterrar el féretro, pero como sus necesidades económicas eran muchas antes de enterrarla, decidió abrir el féretro, ya que el sabía como hacerlo y buscar debajo del cádaver de Milena, los centenarios de oro, después de mucho forcejear, logro dar con ellos estaban atados literalmente hablando, en su espalda.
Empezó a sustraerlos, sonreía para si con ambición, en eso Milena lo "Miro" Aunque su vista permanecía en blanco.
-Finalmente alguien estará conmigo en este féretro...
El féretro empezó a hundirse en la tierra, Luciano gritaba desesperado.
-¡¡¡Auxilio!!! ¡¡¡Sáquenme de aquí!!
Pero el lugar del entierro estaba muy lejos de la gente del panteón y aparte sabían que Luciano trabajaba solo.
Milena extendió sus manos y sus ojos de muerta buscando venganza jalo con él, hasta quedar enterrado el féretro, horas después paso un vigilante y al mirar que no había terminado bien Luciano de enterrarla dijo:
-Canijo Luciano, seguro bebió de más y se quedo dormido, bueno no es mi labor pero terminare de hacer su trabajo.
Entonces paleo la tierra más y más sobre el féretro, hasta dejarlo bien abajo, en tanto ahí bajo esa tierra, Milena se comió a Luciano, mostrando ella unos dientes filosos y una sonrisa diabólica con esa mirada de una muerta que en este relato de terror, le dio una lección a nuestro amigo o como dice el refrán popular, "La Curiosidad Mató Al Gato".
En los meses siguientes, muy de noche se oye palear la tierra y ver a el difunto Luciano, cuidar a la perversa alma en pena de Milena y claro que nadie pueda robarse sus centenarios de oro si es que alguien se atreve.